Se trata de uno de los
miradores más emblemáticos del Monte Aloia, tanto por el monumento de la Gran Cruz
como por sus espectaculares vistas.
Desde aquí se puede contemplar
una amplia panorámica del valle del Miño: el último tramo del curso del río
Miño con su desembocadura en el Atlántico.
El monumento de la Gran Cruz fue construido en 1900, con motivo de la
conmemoración del año santo que se celebraba ese mismo año. Financiado con
donaciones populares, este proyecto fue llevado a cabo por Don Adolfo Fernández
Casanova, quién era profesor de la Escuela de Arquitectura de Madrid y estaba
muy vinculado con la zona
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